Fue un personaje destacado como monje, obispo, gobernador y pacificador de Galicia. Fundó uno de los más importantes monasterios benedictinos de Galicia, de extraordinaria proyección histórica por su acción colonizadora en gran parte de la provincia de Ourense y, al mismo tiempo, descendía de un clan familiar que dejó tras de sí una gran estela de fundaciones monacales.

Obispo de Mondoñedo, sus inquietudes espirituales le llevaron a renunciar a su dignidad episcopal y fundar el monasterio de Celanova donde él mismo ingresó y fue abad.
Quiso hacer de Celanova un faro de renovación religiosa en Galicia, siendo finalmente llamado para ser obispo de Santiago en el año 968. Su alma insatisfecha le obligó también a abandonar el cargo para vivir retiradamente como un monje en el monasterio que había dirigido.
Pretendió recuperar el impulso monástico que en Galicia habían iniciado San Martiño Dumio en época sueva y San Fructuoso en época visigoda. Para ello, intrudujo en Galicia la reforma benedictina. Tuvo mucho que ver en la influencia mozárabe, palpable en el prerrománico gallego.
A tiempo que líder espiritual, fue miembro destacado del más poderoso linaje nobiliar gallego emparentado con la rama que conecta con el rey de Galicia y León Ordoño II y sus descendientes.
Representa el apogeo gallego en la corona leonesa, tanto en su versión secular como religiosa, defendiendo la fidelidad al monarca en una tierra que había sido remisa a la integración en la monarquía occidental de la España cristiana.

nombró gobernador de las tierras de Celanova y de las jurisdiccionales de aquella amplia comarca que iba desde Riocaldo (en la frontera meridional de Galicia) hasta Santa María de Ortigueira (en la costa cantábrica). Más tarde y a petición de doña Elvira, tía del futuro rey Ramiro III, sucesor de Sancho el Craso, se encargó del gobierno y pacificación de Galicia, desde la primavera del 968 hasta los primeros meses del 969.
Los méritos y fama de Rosendo hicieron que fuera nombrado administrador de la Diócesis de Iria a la muerte del obispo Sisnando, muerto por los normandos. En el 970 se encarga de la diócesis irense prolongándose esta misión hasta poco después del Concilio de León en el año 974. Después se retiró al monasterio de Celanova, ocupando la sede compostelana un monje (Pelayo Rodríguez), también de Celanova.
Y en Celanova acabó su vida, finando el 1 de marzo del año 977, a las horas completas. Fue enterrado en la igrexa del monasterio y en el año1601  sus restos fueron exhumados para colocarlos en una urna de plata en el lateral derecho del altar mayor, donde permanecen.

Fueron años de constantes inquietudes por las amenazas y los deños ocasionados por las invasiones sarracenas y las incursiones, peligrosas y desoladoras, de los normandos y piratas que merodeaban nuestras costas. Fueron tiempos de guerra e inseguidad, sin pueblos estabilizados, donde las gentes buscaban refugios aislados sin tratar de permanecer en un solar fijo. Fueron las fundaciones monacales las que vinieron a resolver el problema, al reunir a su alrededor la base de los futuros pueblos y villas. Impulsando el trabajo de roturación de tierras sin cultivar, tranformándolas en productivas bajo la dirección de los monjes, y  de las que sacaban sus fuentes de alimentación con los productos que cultivaban.

El personaje

Rosendo se educa en este ambiente, en el seno de una familia noble y pudiente, bajo la tutela de su tio don Albarico, obispo de Mondoñedo, a quien sucedió y gobernó esa sede varios años, en los que edificó iglesias en distintos lugares de la diócesis, restauró otras y alternó la vida de gobierno con al de retiro en el monasterio de Caaveiro, fundado por él.
Fue en Caaveiro donde Rosendo determinó la fundación del monasterio de Celanova (el 12 de septiembre del 936), lo que marcó una estela extraordinaria en su vida. Esta fundación contó con la colaboración de todos sus familiares.
En el año 955, el Rey Ordoño III le

La época

Rosendo, hijo del conde  don Gutierre y de dona Induaria (o Ilduara), nació el 26 de noviembre del año 907, en un  lugar llamado Cela. En ese mismo siglo, con pequeñas diferencias nacieron sus hermanos y  primos. Todos ellos estaban imbuidos de las mismas inquietudes y pensamientos  predominantes en los años precursores del milenio, que amenazaba con el fin del mundo y  que reclamó cambios de vida y entrega a la conquista de la paz con Dios, mediante la  práctica de una religiosidad que llevaba al retiro del mundo en el interior de los  monasterios, los eremitorios y las casas dedicadas a la observancia de una vida en común  bajo los preceptos de una disciplina regular. Este fue el siglo de la expansión por  Galicia de la Regla de San Benito, que vino a suplantar las reglas y observancia de San  Fructuoso.

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